lunes, 20 de febrero de 2012

–9 ºC




Me recuerdo tendida en la nieve, un diminuto y cálido bulto rojo
enfriándose en medio de un corro de lobos. Apiñados a mí alrededor,
me lamían, me mordían, jugueteaban conmigo. Sus
cuerpos amontonados bloqueaban el escaso calor del sol. El
hielo les centelleaba en los cuellos, y sus alientos creaban sombras
opacas que flotaban en el aire. El aroma almizclado de sus
pieles me hizo pensar en perros mojados y hojas quemándose,
y me resultaba agradable y aterrador a un tiempo. Sus lenguas
dejaban un rastro cálido sobre mi piel; sus bruscos dientes
me rasgaban las mangas y se me enganchaban en el cabello; me
hurgaban en las clavículas y el cuello, queriendo sentir mi pulso.
Pude gritar, pero no grité. Pude luchar, pero no luché.
Me limité a quedarme tendida a la espera de que ocurriese lo
inevitable, mientras observaba cómo el blanco cielo invernal
se volvía gris.
Cubriéndome el rostro con su sombra, un lobo me presionó la
mano y la mejilla con el hocico. Clavó sus ojos amarillos en los
míos mientras los demás me tironeaban de aquí y de allá.
Me aferré a aquellos ojos tanto como pude. Amarillos y próximos,
emitían destellos de múltiples tonalidades doradas. No
quería que apartase la mirada, y no lo hizo. Deseaba extender
los brazos y agarrarme a él, pero las manos se me quedaron
acurrucadas en el pecho, atenazadas por unos músculos que se
negaban a moverse.
No lograba acordarme de cómo era tener calor.
El lobo se alejó y los demás se me acercaron aún más, asfixiantes.
Me pareció que algo aleteaba en mi pecho.
No había sol; no había luz. Me estaba muriendo. No recordaba
el aspecto del cielo.
Pero no morí. Me perdí en un mar de frío, y después, al renacer,
Me vi en un mundo cálido.


Recuerdo una cosa: sus ojos amarillos.
 

Creí que jamás volvería a verlos.
            
                                                    Maggie Stiefvater.        

2 comentarios:

  1. Son amarillos como el sol, tan brillantes que iluminan el sendero.
    Se aferro a aquellos ojos tan proximos y el la protegió.

    me ha gustado mucho, un saludo

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  2. Muchas gracias Anónimo, que falta de respeto no responder a tu amable comentario. discúlpame por favor.
    Un saludo.

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